Una pirámide invertida en el corazón del Distrito Federal
Ocuparía 775 mil metros cuadrados de superficie, proporcionaría espacio para cien mil personas y daría espacio para centros comerciales, oficinas, una zona habitacional y un museo. Además, la pirámide mediría 300 metros, con la peculiaridad de que en este caso no se trataría de altura sino de profundidad. Es el llamado “Rascasuelos”, un inmenso edificio que se construiría justo debajo del Zócalo de la Ciudad de Mexico.
La idea del proyecto es responder a la necesidad de una renovación en el Centro Histórico de la Ciudad de México para dar solución a los problemas de espacio, en vista del continuo crecimiento en la demanda de lugares donde ubicar nuevos comercios, oficinas, residencias y sitios culturales y de recreación.
A estas necesidades se añade el problema de que no hay lotes vacíos disponibles y las leyes de Patrimonio Histórico protegen la mayoría de los edificios en esa zona, bajo la inspección del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Además, los reglamentos de construcción de la ciudad impiden construir edificios con una altura mayor a los ocho pisos en esa área. Por estas razones, se llegó a la conclusión de que el único camino es hacia abajo y en el Zócalo.
El reto impone buscar soluciones realmente innovadoras, y ¿qué podría serlo más que construir bajo tierra una mega estructura de acero y vidrio que, en efecto, sería una pequeña ciudad? Los diez primeros niveles estarían destinados al metro y a dar cabida a museos y centros culturales donde se expondrían los hallazgos arqueológicos descubiertos en la zona durante su construcción, mientras que el resto sería ocupado por centros comerciales, una zona residencial con cientos de departamentos y, en lo más profundo habría espacio para oficinas y corporativos, todo conectado por una extensa red de elevadores.
Durante las horas diurnas, la iluminación del complejo se haría gracias a una gigantesca placa de vidrio resistente que sería colocada en el espacio que ahora ocupa el Zócalo, de modo tal que las actividades masivas que allí se realizan continúen normalmente. Durante la noche, un sistema de fibra óptica proporcionaría la luz necesaria.
Contará también con una inmensa planta de tratamiento de agua y residuos, y el aire será continuamente renovado mediante los árboles que se plantarían en grandes jardines internos construidos para este fin, además de que servirán para generar la sensación de encontrarse en el exterior y prevenir una posible respuesta humana adversa.
La forma piramidal de la estructura dará fuerza a los muros laterales, que tendrán que soportar la presión de miles de toneladas de peso. De igual modo, la idea de hacerlo subterráneo deriva del hecho de que este tipo de construcción proporciona una gran resistencia a los sismos, tan comunes en la Ciudad de México.
El costo de la tarea está calculado en 750 millones de dólares y tardaría cinco años en construirse. El encargado del proyecto que comenzó en 2009 es el arquitecto Arief Budiman, miembro del despecho Bunker Arquitectura dirigido por Esteban Suárez. Este grupo de arquitectos jóvenes han realizado obras de construcción en varias partes de la República Mexicana, como la fuente de la Plaza de Guzmán, Jalisco, las Suites Corporativas Filadelfia en la Ciudad de México y otras en Acapulco Guerrero.
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