Si vas a redecorar, ¡comienza por la cama!
Mudarse no solo es cambiar de espacio físico: significa llevar la casa a otra parte y conlleva una necesidad de replantearse la idea de hogar. Nos pone en la situación de elegir qué es importante llevar y qué puede obviarse; qué objetos acompañarán nuestra marcha para ayudarnos a construir el pasado y qué otros vestirán la promesa de futuro que es la casa sin habitar.
Es común que en la vida de quien se muda ocurran paralelamente otros cambios: un matrimonio, un nuevo empleo, cursar estudios en el extranjero o la necesidad de abandonar la casa materna para crecer. Es natural, en estos casos, que quieras cambiar todo el mobiliario y decoraciones buscando que los nuevos tengan congruencia con los cambios que experimentas y la manera en que te defines ahora frente al mundo.
Pero el hecho de mudarse implica, por sí, una inversión importante que casi siempre deja poco presupuesto a una renovación del espacio. La buena noticia es que eso no imposibilita imprimir los necesarios acentos de renovación a una pieza o departamento.
Para lograrlo ni siquiera es preciso invertir mucho dinero, basta con hacer una pequeña investigación acerca de cómo te gustaría personalizar el espacio y decidir qué objetos conservar o modificar para adaptarlos al concepto con el que más te identifiques.
En nuestro tiempo, las tendencias en interiorismo presentan un generoso abanico en el que es fácil encontrar un estilo afín al ambiente que deseas crear, aunque también es posible que no te convenza uno sola entre las propuestas y quieras combinar elementos de varios estilos. Esto es válido y puede tener resultados muy estéticos y estimulantes. Sin embargo, la recomendación para crear un buen ‘match’ es conocer las características de cada tendencia y no exagerar en la cantidad, el color o el tamaño de los adornos: recuerda que la función del dormitorio es ofrecer descanso y tranquilidad a sus habitantes.
De ahí que, una buena idea sea dar prioridad a la ropa de cama que también puede cumplir propósitos decorativos. Tal es el caso de accesorios como las cobijas y cojines que, sin necesidad de gastar una fortuna ni ocupar demasiado espacio, pueden darle una vista nueva a la estancia.
El truco está en buscar la manera en que tu personalidad se exprese a través de la decoración, o dicho en otras palabras, conseguir que la habitación grite tu nombre sin que lo hayas escrito en la placa de la puerta.
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